Con este mensaje en Facebook me despido por unos días de la civilización y de la tecnología para estar conmigo, para mirarme y para encontrarme:
"Hay momentos en la vida en los que a uno le apetece hacer una parada técnica. Respirar, reflexionar, meditar, buscar la paz interior y distanciarse de todo.
Y no porque uno no esté bien, todo lo contrario, me encuentro en el mejor momento de mi vida.
Con este mensaje comienza mi particular apagón digital: ni whatsapp, ni Internet, ni Facebook, ni teléfono, ni radio, ni nada de nada... Solo yo conmigo mismo.
Estaré en el Monasterio de Santa María de Poblet. Nos vemos a mi vuelta."
Pues sí, he decidido marchar unos días para despejarme, para huir del mundanal ruido y para estar conmigo mismo y encontrar la Paz.
Estar en un entorno que parece sacado de otra época, donde reina el silencio y la tranquilidad, donde no hay estrés y donde las obligaciones únicamente te las marcas tú, me parece que no tiene precio. Sin Internet y sin tecnología, ¿lo podré resistir?
Estar rodeado de silencio, de cantos, de rezos, te envuelve en un estado de paz, sosiego y tranquilidad que hacen difícil explicar la atmósfera en la que te has introducido.
Además, el edificio en el que acabas de entrar, el monasterio de Santa María de Poblet del siglo XII por el que puedes pasear a tus anchas con la única limitación del respeto por la vida del monje, te acoge y te abraza como si de un ente vivo te diera la bienvenida.
En fin, que de repente has retrocedido temporalmente casi diez siglos y parece que de cualquier rincón va a aparecer Guilllermo de Baskerville con Adso y que Umberto Eco puede incluirte en su célebre novela "El Nombre de la Rosa".
Continuará...
